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Benedickta Zur Nieden nuestra fundadora

Benedickta nació en Alemania Central, en la región de Westfalia, entre paisajes pintorescos de tupidos bosques de pinos. Como tenía predilección por las bellas artes, asistió a cursos en Berlín, donde conoció a Don Diego Echavarria Misas, filántropo antioqueño, quien, desde los 16 años fue enviado a Alemania, para realizar estudios secundarios en el Pedagogium en Godesberg, cerca de Bonn, por esta época comenzaba el régimen liderado por Hitler, por lo que Benedickta pudo ser testigo de las luchas del pueblo con el gobierno.

Luego de contraer matrimonio arribaron a Puerto Colombia por barco, en una época en que ese puerto era uno de los más importante del país; por lo que era normal que llegaran grandes buques de pasajeros provenientes de Europa; le impresionaron mucho los paisajes, las chozas con techo de paja y la calidad de su gente. Después de haber pasado unos días calurosos por Río Grande Magdalena, llegaron por tren, única vía de acceso a Medellín, la ciudad que encontró le pareció hermosa, tranquila y organizada, con calles empedradas, pero limpias; existía el Puente de Junín y la quebrada destapada que cruzaba la Avenida de La Playa, rodeada de frondosos árboles de los que colgaban frescas orquídeas, como si quisieran acariciar a las personas que por allí paseaban, para ella estos detalles eran fascinantes. Benedickta y Diego buscaron su residencia en Itagüí, pues ambos amaban el campo.

Compraron inicialmente la finca que lleva el nombre Ditaires (los aires de Dita) llena de cañadulzales que cambiaron luego por naranjales de variadas especies. Alrededor de un lago corrían palomas, patos, gallinas y hasta cisnes que habían traído. Vacas y caballos pastaban en las extensas mangas. Itagüí tenía en ese entonces la feria de ganado más importante del Valle de Aburrá, pero carecía de cultura, por lo que Don Diego resolvió construir una Biblioteca para que el pueblo se instruyera.

En 1947 nació Isolda, su única hija, y se trasladaron al barrio El Poblado, lugar en el que don Diego compró un Hermoso Castillo y donde vivieron por varios años, posteriormente, a raíz de la muerte de Don Diego, doña Benedicta lo dona para hacer de este, “El Museo El Castillo”.

Después de la muerte de su hija en 1967 y de su esposo, quien fue secuestrado y asesinado en 1971, Doña Dita decidió dedicarse a patrocinar obras en beneficio de la educación, del arte y la cultura, dejando en Medellín y sus alrededores un gran legado. Viajó a Alemania, en busca de una pedagogía nueva y distinta que pudiera ayudar a mejorar a las convulsionadas juventudes, siempre pensando en regresar algún día a su Antioquia del alma.

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