Por la docente de Preescolar, Claudia Nieto.
Durante los primeros siete años, los niños y las niñas poseen una facultad de compenetración directa con las actividades y los gestos expresivos de las personas que les rodean; tanto en su mundo familiar, escolar como social; es así como se apropian de su lengua materna. Nuestros estudiantes aprenden mediante una imitación sutil, directa y natural, aunque rara vez nos digan cómo hacerlo.
Sin embargo, el pasado viernes 3 de agosto/2018 los estudiantes del grado Soles 1 me sorprendían con comentarios: “me encantó esta actividad porque quería ver las sillas muy brillantes y es muy divertido lavar” (Santiago), “me gusta ver nuestro salón limpio, organizado y para eso lavo las sillas y las mesas” (María Antonia), “me gusta limpiar, lavar con la esponja, el agua y el jabón las sillas y las mesas, para dejar nuestro salón impecable” (Gabriela).
Es bonito escuchar de las palabras de los niños preguntas y respuestas como “Profe ¿Sabes cómo lo aprendí? Mirando como lo hacías” Jerónimo Urbiñez.
Es importante anotar que el niño hasta los siete años tiene una observación directa de las actividades; por lo tanto es una apelación directa a la voluntad. Luego hay una postvivencia sentimental y vinculación con los actos. Para finalmente tener una generación de interés; alumbramiento de representaciones e ideas.
De esta manera se invierte la secuencia del PENSAR, SENTIR Y QUERER.
En el adulto:
1. Pensamiento
2. Sentimiento
3. Volición
En el niño:
1. Volición
2. Sentimiento
3. Pensamiento
Esta confrontación nos da la clave para educar en los primeros años. Lo adecuado a las condiciones a esta edad, no es el intento de explicación y fundamentación, sino darles a los niños y niñas la oportunidad de observar la actividad de los adultos que les proporciona una orientación vital. No somos, en primer término, educadores por lo que le decimos al niño, sino por lo que hacemos ante sus ojos en la vida cotidiana. Si nuestros actos están saturados de ideales y de bondad, belleza, verdad, despejaremos, así mismo, el camino del niño hacia esos ideales.
Pero hay que tener presente que educar por imitación plantea en el adulto exigencias esencialmente más difíciles que la educación autoritaria.
De esta manera, desde los hogares y desde el preescolar solo lograremos el correcto despliegue del impulso volitivo desde el hacer “El sentimiento es voluntad haciéndose, voluntad germen” según Rudolf Steiner.
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