Por la estudiante del grado Tercero, Martina Loaiza.
Había una vez un castor muy muy rico, tenía una mansión de palos y una empresa muy grande y ya había cumplido su tarea en el río (poniendo los palos) y aun estaba joven y su pasatiempo favorito era talar árboles sin ninguna razón y un día estaba talando un árbol con sus poderosos dientes. Una cigüeña lo estaba mirando y fue y le gritó «¡No! qué te pasa, allí pueden vivir muchos animales, ¡te digo que te detengas! y el castor se detuvo muy asustado y la cigüeña le contó la historia sobre los árboles (cómo funcionan) y el castor se detuvo muy apenado y nunca volvió a talar más árboles nunca jamás.
Moraleja: por querer algo a veces hacemos daño.