Por el docente de Química, David Gómez.

Las habilidades son facultades que se adquieren a través de los años debido al constante esfuerzo y empeño que depositamos en diversas actividades, podría decirse que son una recompensa de la vida. Pero esto no significa que nos pertenezcan, por el contrario, son prestadas y por este motivo se deben poner al servicio de las personas, eso me lo ha enseñado los pocos años de experiencia que tengo y me ha llevado a pensar que existe una reciprocidad en el dar y en el recibir.

Esa lección la he ido aprendiendo desde que estudiaba en el colegio en el cual cursé toda la secundaria, la Institución Educativa Merceditas Gómez Martínez. En la “ Mercha” , la cual era su segundo nombre por elección de los estudiantes, se tenía un lema que estaba plasmado en el escudo de la institución: “PROGRESAR PARA SERVIR”. Dicha frase quedó grabada en mi memoria como una misión, pero entenderla y aplicarla me ha tomado años de vida y de experiencia, en donde la vivencia como docente ha sido un paso acelerado en dicho aprendizaje y aunque mi formación académica en el campo de la ingeniería me ha ayudado a aprender sobre esta misión, la experiencia docente ha sido una oportunidad en paso acelerado para poder vivir dicha frase e inculcarla en los estudiantes.

En el tiempo que llevo dedicado a la docencia me he dado cuenta que los estudiantes tanto voluntaria como involuntariamente son maestros que ligan esa relación de reciprocidad que antes mencioné. En el camino de la educación tanto maestros como alumnos progresamos en conjunto, damos, recibimos y adquirimos la misma obligación: “PROGRESAR PARA SERVIR”.

Es por ello que algunas frases como estas no deben ser vistas solo como mensajes, sino también como llamados de la vida.

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